jueves, 14 de julio de 2011

UNIDAD 4 .

El problema del castigo en las sociedades contemporáneas.

3 comentarios:

  1. UNIDAD IV
    COMENTARIO HECHO POR: JOSÉ DE LA CRUZ HERNÁNDEZ OLÁN.

    Para empezar mi comentario sobre esta unidad retomaré las ideas principales sobre la que nos habla la unidad; Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión.

    Primero que nada, la sociedad hoy en día se ve en la necesidad de vigilar, pero ¿Por qué ha surgido esta necesidad?. Creo que el hombre recurre a este medio debido a que no se siente seguro, aunque más bien, no esta seguro, por consiguiente tiene que vigilar por su familia, pertenencias, vienes etc. Dentro de un grupo social, hay algunos que rompen con esta tranquilidad de la sociedad, cuando esto sucede tienen que ser castigados e incluso metidos en las cárceles. Pero es aquí, de donde quiero partir de mi comentario con una pregunta, ¿Realmente se le ayuda a las personas a regenerar dentro de las cárceles, ya que algunas estadísticas muchos reinciden en el mismo acto o en muchas ocasiones se vuelven peores en las cárceles, pareciera que estos lugares que tienen como función ayudarlos a regenerarse y reintegrarlos a la sociedad no lo hacen como debe de ser.

    Pareciera que la justicia no es igual para todos, ¿cuantas veces no escuchamos en noticias de las injusticias o la impunidad de la autoridad? Muchas ocasiones la justicia se va a favor del que tiene más dinero, mientras el que no tiene para pagar un abogado pasa meses y si no hasta años para que se le haga justicia, mientras el que tiene dinero y que ha cometido realmente crímenes que merecen ser castigados son liberados.

    Hay que castigar realmente cuando se comente un delito, hay que hacer leyes justas, hay que acabar con la impunidad de ella, hay que ayudar realmente a que las personas que infringen la ley sean realmente ayudadas a reivindicarse. Necesitamos leyes que realmente nos protejan y que si alguno osara en infringir la ley que tenga por seguro que será castigado de acuerdo de acuerdo a la gravedad de la falta cometida.

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  2. De pronto escuchar o leer las noticias da la impresión de que estamos viviendo aún bajo el derecho monárquico, en donde el rey –en este caso el presidente— es quien maneja los hilos del cuerpo judicial a su entero antojo; y no solo él, sino todos aquellos que detentan el poder en nuestro Estado-Nación. De igual modo es horrorizante ver como las cárceles han pasado de ser centros de reforma a ser centros de delincuencia organizada, en donde la corrupción es el único medio de sobrevivencia. Me pregunto, ¿hasta cuándo vamos a seguir permitiendo tales horrores? ¿Hasta cuándo seremos capaces de exigir que se nos devuelva nuestra dignidad humana? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que la impunidad y los ilegalismos sigan caminando frente a nuestras propias narices como algo normal y necesario para nuestra sociedad?

    Los últimos tres años los ciudadanos no hemos parado de quejarnos de nuestro aparato de gobierno, pero poco hemos concientizado en la parte de culpa que nos corresponde; seguimos permitiendo y alimentando la corrupción, seguimos avalando leyes que atentan contra nuestra dignidad de seres humanos, seguimos cerrando los ojos ante la impunidad de nuestros políticos. Los cambios generados en el s. XVIII no se dieron solos, fueron alentados y efectuados gracias a las voces de personas que se dieron cuenta que era necesario un cambio. ¿Dónde estamos los que nos hemos capacitado para hablar, para exigir, para analizar nuestro alrededor?; ¿Porqué nuestras voces siguen calladas? ¿Qué es lo que las mantiene así? ¿Acaso sólo seremos capaces de gritar cuando se trate de personas famosas o cuando nos toque la injusticia de manera personal?

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  3. En nuestro tiempo la punitividad respecto a la agresión a la sociedad resulta anacrónica dado que en nuestras prisiones (sobre todo México) vienen a ser más una escuela de delincuencia que un lugar de readaptación. Es necesario que nuestro aparato de justicia este sostenido por personas con valores éticos que impidan la corrupción en la aplicación efectiva de las leyes y una educación integral que permita distinguir más claramente en la mente de las personas el bien personal y social del mal personal y social.

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